martes, 14 de mayo de 2013

Kiss Kiss Bang Bang

Recientemente se ha estrenado la tercera entrega de Iron Man, con la que casi todo el mundo parece entusiasmado. No es que me parezca mala, pero si que posiblemente sea el peor trabajo de su director, Shane Black.
Aunque podría hablarles largo y tendido de dos de sus trabajos más reconocidos, como son los guiones de Arma Letal y El Último Boy Scout, posiblemente dos obras maestras de su genero, les hablaré de otra película de colegas, menos conocida en España, aunque no funciono mal es EEUU, la película es Kiss Kiss Bang Bang.


Para mi parecer, esta película sería al genero policiaco y de colegas, los dos generos de los que bebe la cinta, lo que Scream fue al genero de terror.
Utiliza todos los tópicos, narrador, tramas que no tienen nada que ver, que luego lo tienen que ver todo, mujeres fatales, ambientes turbios...., con un talento y gracia que pocas veces hemos podido disfrutar en muchos años. Los diálogos son chispeantes, con un ritmo sobresaliente. Los protagonistas encajan en los personajes perfectamente. Robert Downey Jr. fantástico como siempre y Val Kilmer con una ambigüedad divertidisima. Michelle Monaghan nunca ha estado tan guapa.
Si no la han visto, se la recomiendo encarecidamente. No se arrepentirán.

viernes, 3 de mayo de 2013

Muertos vivientes

Los muertos vivientes están de moda. Y la causa principal, hay que reconocerlo, es el gran éxito de la serie de la AMC The Walking Dead. La irrupción del género de terror -el cual cuenta con una gran fidelidad por parte de los fans y un extraño magnetismo por los que no son tan aficionados- en un medio tan en auge actualmente como las series de televisión aseguraba prácticamente el triunfo.
 

Sin embargo, la forma en que han añadido el ingrediente del terror a la fórmula ha desatado casi tantas pasiones como animadversiones. Como ya comentamos a través de alguna pincelada en el blog El Meollo de la Enjundia, en The Walking Dead los muertos vivientes (o, como los llaman para ¿deshorrorizarlos?, simplemente caminantes) dan la impresión de que suponen únicamente un contexto para ubicar al espectador en la trama realmente importante (para los guionistas): las relaciones interpersonales entre los protagonistas y con el resto de humanidad.


Estas relaciones no dejan de mantener cierto interés; el problema son los excesivos altibajos. Escenas vibrantes y de máxima tensión se combinan con episodios de auténtico sopor. Paradójicamente, el espectacular inicio de la primera temporada, con un par de capítulos a un nivel equiparable al de una gran película de terror, ha sido su mayor inconveniente. Es comprensible que, debido a su longitud, una serie no pueda ni deba mantener ese ritmo frenético. Pero lo que resultó algo decepcionante fue que ese ritmo cayó
estrepitosamente, hasta el punto de hacer olvidar por momentos al espectador que estaba viendo una historia donde los zombies habían conquistado Estados Unidos (y el mundo, suponemos).

 
Afortunadamente, el género de los muertos vivientes no es reciente ni nació con el cómic de Kirkman. En su versión más popular se suele atribuir el origen en la excelente película La noche de los muertos vivientes, de George A. Romero. Este film, muy modesto en apariencia, creó nada menos que un género que, según lo que actualmente podemos comprobar, sigue siendo exitoso. Los protagonistas, gente indefensa, ciudadanos comunes con los cuales el espectador en seguida empatiza, son asediados por unos seres lentos, torpes, débiles pero rabiosamente numerosos.

La grandeza de la película de Romero radica en que, tras mucha ingesta que hayamos podido tener de películas de muertos que se levantan, el desarrollo de la trama, la fotografía, la iluminación, siguen inquietando. Su mayor reconocimiento, es cierto, es la ostentación del título de pionera en el género de zombies, pero eso no es obstáculo para que nos siga dando un miedo relativo. La comparación con la serie de la AMC resulta ignominiosa y abusiva. teniendo en cuenta que The Walking Dead ha tenido más de 40 años para aprender y mejorar la historia. Sin ser mala -al contrario, es una serie muy recomendable-, está a años luz de la obra de Romero.

De nuevo insistiremos en que en las series, por su duración, es necesario dosificar las escenas de acción. Pero éstas tienen una duración mucho más variable que un largometraje. De hecho, en ésta la primera temporada dura solamente seis capítulos, algo inusual. The Walking Dead, a pesar de la ventaja que puede tener por la experiencia y por la evolución tecnológica, no sabe aprovecharla. La noche de los muertos vivientes es mucho más trepidante a nivel global. El gore y los efectos especiales sí, en The Walking Dead están muy presentes, y en casi todo momento impecablemente implementados, pero éstos sólo generan impacto a corto plazo, algo insatisfactorio en una narración tan longeva. La película de 1968 también tiene detalles de gore, poco desagradable para nuestros acostumbrados estómagos pero sinceramente muy digno. También son importantes las relaciones entre los personajes, que en un entorno hostil donde la prioridad debe ser la supervivencia rivalizan y hasta se liquidan entre ellos. Y resultando mucho más dinámico y sin necesidad de recurrir a largos capítulos para moldear las distintas personalidades. También el elemento infantil, algo imprescindible, al parecer, para dar miedo, es mucho más tenebroso en la película de George A. Romero.
Dicen que las comparaciones son odiosas. Tampoco se debe emitir un juicio de algo que aún no ha concluido. Sin embargo, una serie es un producto de consumo prolongado y debe mantener un ritmo y una satisfacción constantes, ya que es muy fácil abandonarlo antes de su conclusión. Y viendo la evolución de los acontecimientos, y comparándola con el excelente final de La noche de los muertos vivientes -el cual combina, todo en uno, un final para el mundo, otro para el espectador y otro para los protagonistas-, los guionistas de The Walking Dead deben, en sentido figurado por supuesto, resucitar.