sábado, 11 de octubre de 2014

Fincher lo ha vuelto a hacer


Es muy difícil decir nada sobre Perdida sin que se escape algún temido spoiler, pero lo intentaré. Porque David Fincher lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a sorprendernos. En Perdida abundan las sorpresas y los giros inesperados y puedo decir que, en el año 2014, Fincher aún consigue plantearnos situaciones imprevisibles, en las que no tenemos ni una ligera sospecha de lo que va a pasar a continuación.

Naturalmente, la intensidad de estas sospechas depende de cada espectador. Hay a quien le gusta especular, decir con rotundidad quién es el asesino, y disfruta con ello. Yo prefiero dejarme llevar, seguir las pistas que te va soltando a cuentagotas el guión y elaborar mi teoría sin descartar el resto de alternativas. Y también disfruto con ello. Esta película no sigue el típico esquema cronológico ni mucho menos; no revela quién es "el malo" al final de la película desmoronando nuestras modestas pero convencidas elucubraciones. O no necesariamente. Y ahí reside para mí la orginalidad y la capacidad para sorprender a una audiencia tan experimentada. Lo que sí utiliza es el recurso que funciona tan bien de ir ofreciendo pistas, algunas por casualidad y otras gracias a deducciones más o menos verosímiles de los personajes. Eso sí, siempre contradictorias unas con otras, para despistarnos y para engancharnos a la trama por el deseo de saber la solución al enigma.

Porque los personajes son engañados, pero nosotros, hasta el momento en que a Fincher le da la gana y con determinados elementos -alguno aparentemente intrascendente y cuya única utilidad parece la de un mero instrumento narrativo-, también. Está muy presente el juego de no saber qué es verdad y qué mentira, o hasta qué punto tal personaje dice la verdad. Pero con moderación, en su justa medida. Hay revelaciones críticas al espectador que, por otro lado, no desembocan en una pérdida de tensión o de interés. Aún sin escenas de acción, en dos horas y media no hay ni un momento para el bostezo.


Paralelamente a la investigación de un presunto crimen coexiste una crítica social. Se expone, rozando la ridiculización, cómo los medios de comunicación influyen en la opinión de los ciudadanos y, especialmente, cómo condicionan la forma de actuar de las víctimas de la tragedia. Condicionan porque hasta una simple sonrisa puede conducirte a la inyección letal. Las masas juzgan, pasan de la inocencia a la culpabilidad con la misma velocidad con la que se pasa del amor al odio en un matrimonio. Nosotros lo vemos desde lejos, resguardados en nuestra cómoda butaca, convencidos de que lo que nos separa de ellos no son las filas de distancia con la pantalla sino todo el Océano Atlántico. Nos gusta pensar en lo raros que son los americanos. Nosotros jamás seremos así...

David Fincher tiene varias películas excelentes en su filmografía y Perdida es una más. Es de las que apetece un revisionado a corto plazo, algo de lo que muy pocas películas pueden presumir. Como he dicho, la capacidad de sorpresa depende del espectador, pero lo que no se puede negar es que engancha, es muy entretenida e incluso invita a la reflexión. Fíjense, me ha gustado tanto que ni siquiera he criticado a Ben Affleck.