domingo, 27 de diciembre de 2015

La Fuerza está muy despierta


Volver a épocas pasadas, hacer productos similares a los que nos cautivaron en nuestra infancia, hoy en día es imposible. La materia prima puede ser parecida pero las herramientas y el proceso productivo son otros; nosotros los consumidores, nuestras retinas, nuestros estómagos, nuestros corazoncitos, aunque no seamos conscientes son distintos. Por eso en cualquier comparación con la trilogía clásica el episodio VII de J.J. Abrams saldrá perdiendo. Y a priori la labor se antojaba extremadamente difícil. Tan difícil como rejuvenecer -no digitalmente- a Harrison Ford o a Carrie Fisher. Pero Abrams ha cumplido con creces. Eso sí, sin rejuvenecer a nadie y sin asumir riesgo alguno y apelando descaradamente a esos sentimientos cautivadores de nuestra infancia.

Sin haber prestado excesiva atención a las infinitas opiniones vertidas en apenas una semana en blogs, redes sociales y podcasts -tras la publicación de este humilde artículo será el momento de contrastar puntos de vista, antes no quería recibir influencias-, puedo afirmar, sin estar exento de voluntad de generar inofensiva polémica, que esta película ha podido suscitar tres tipos de reacciones distintas:

  • Los que no conocen o siguen con el fanatismo necesario la saga; para esta incomprensible minoría, sin duda se trata de una película de aventuras muy correcta, de lo mejorcito del año, a la altura de las últimas de Star Trek, El Planeta de los Simios o Mad Max.
  • Los haters que cándidamente creen que en pleno siglo XXI es posible crear personajes con el carisma de Han Solo o la verborrea amable de C3PO. La odiarán aunque sea una obra maestra -que tampoco lo es (1)- y la vilipendiarán por no estar auspiciada por George Lucas, el artífice de su denostada trilogía moderna (2).
  • Los fans que la adorarían aunque en ella saliera el mismísimo Jar Jar Binks. Han recibido conscientemente un producto idéntico al que ya conocen, levemente adaptado a los nuevos tiempos, pero igualmente lo aplauden con fervor. Tenemos lo que nos gusta y hemos pasado un buen rato viendo la peli... qué hay de malo en ello?


El Despertar de la Fuerza es una película de aventuras espaciales muy divertida. A la altura de la original -la primera, la genuina, el episodio IV- pero sin los precedentes que ésta sentó. Aunque la original había recibido miles de influencias -los cuentos de caballeros y princesas, los westerns, Robin Hood, Flash Gordon y alguna obra de Akira Kurosawa- antes de La Guerra de las Galaxias no había nada igual. Por eso la adoración que muchos sentimos por ella está más que justificada.

Precisamente es esta comparación con el episodio IV (y trazas del V y VI) la mayor pega que admiradores y detractores han encontrado. Porque las similitudes en los elementos y en el esquema narrativo son muy numerosas, hasta el punto de casi convertirse en un ejercicio de comprensión; una lucha entre imperiales bien organizados y rebeldes republicanos algo anárquicos; un droide convertido en un MacGuffin esférico, que guarda un secreto que tanto buenos como malos persiguen; un desconocido, en un planeta desértico, encuentra ese droide y resulta ser la figura mesiánica de la saga; la mayor amenaza para los rebeldes es un planeta artificial que al final acaban destruyendo; tramas familiares, traiciones paterno-filiales... Cada personaje tiene su alter ego con la trilogía clásica: tenemos un Luke Skywalker, un R2-D2, un Han Solo, otro Han Solo, un Peter Cushing (no recuerdo el nombre del personaje) un Darth Vader... incluso un Yoda. Nos gusta, nos entretiene, pero quizás hubiéramos agradecido un poco más de misterio en los acertijos y no tener la solución a determinados enigmas tan sólo por ser militantes de la saga.

Inevitables comparaciones aparte, tenemos dos clases de personajes. Los viejos y los nuevos. Los viejos, stricto sensu, que conocemos después de tantos años como si fueran de la familia, que cuentan con puestas en escena estelares (e indisimuladas pausas dramáticas para el aplauso de los fans), con mucha dignidad ceden el testigo a la nueva generación, formada por jóvenes actores, prácticamente desconocidos (nada de Natalies Portmans ni Ewans McGregors) y que cumplen sobradamente:

  • Finn quizá sea lo más innovador de esta película, ya que nos cuesta establecer una analogía entre él y otro personaje de entregas anteriores. Aún sin tener el medidor de carisma más allá del 60-70%, es un villano tempranamente reconvertido e ignorante, lo que genera automáticamente una instintiva empatía con el espectador. Algunos de los mejores y necesarios gags están protagonizados por él, lo que, a pesar de su constante desubicación en toda la historia, le hace ganar muchos puntos.
  • Poe Dameron es el estereotipo del héroe, del caballero que derrota dragones y rescata princesas. Por desgracia su participación se limita a un relativo protagonismo en el planteamiento de la trama y a ser un discreto trasunto de Luke Skywalker en la destrucción de la nueva Estrella de la Muerte. El poquito crédito que ha ganado debería aumentar en próximas entregas.
  • BB-8. Sin duda, la mejor incorporación de esta película. El listón de R2-D2 estaba muy alto y antes de conocerlo resultaba casi ofensivo pensar que algún robot osara compararse con nuestro tambor de Colón favorito. Pero la gracilidad de sus movimientos y su insólita expresividad ha conquistado nuestros corazones.
  • Rey también merece incorporarse al elenco principal de la saga. Por su estética, por su personalidad y por todo lo que oculta y que ella misma ignora. Es una dignísima sucesora del geriátrico que ha tenido que prestar sus servicios para que nuestra generación no se desenganchara de la franquicia. Los secretos que involuntariamente esconde serán parte del interés de futuras entregas y que sin duda van a suponer motivo de debate en los próximos dos años. Es el mejor nuevo personaje no cibernético.
  • Por último, el nuevo villano, el tal Kylo Ren. Era inevitable que el incomparable Darth Vader tuviera un sucesor pero éste, de momento, les ha quedado algo flojo. Quizá la cicatriz que lucirá en su rostro -cuando se le ocurra quitarse la máscara- le aporte más personalidad, pero por ahora el personaje se asemeja más a un adolescente que no sabe qué hacer con su vida que al atormentado y cruel Anakin Skywalker.
Fuera de lo estrictamente cinematográfico, uno de los éxitos de la saga Star Wars ha sido el diseño de los personajes: robots, extraterrestres, cascos, uniformes... Que Kylo Ren pase tanto tiempo "fuera" de su máscara debilita nuestro fetichismo y, simultáneamente, le resta fuerza al personaje. Adam Driver tampoco tiene demasiada culpa. Es más, debe agradecer que no le han hecho un David Prowse.

Otro de los grandes aciertos es que la película termina con el episodio VIII muy preparado. Los nuevos personajes ya están presentados, estamos familiarizados con ellos y resulta obvio que los viejos -en el buen sentido, y en el estricto también- ya no deben tener tanta relevancia. Resultaría natural que la historia volara del nido, que ya no dependiera tanto de la que escribió George Lucas hace casi 40 años. En cualquier caso, está claro que Luke Skywalker tendrá un papel importante y esperamos que Chewbacca supere su terrible pérdida. Pero no soy en absoluto amigo de las quinielas ni las especulaciones. Si acudí a ver este Despertar de la Fuerza libre de spoilers y valoraciones fue porque me gusta que me sorprendan y dejarme llevar por la aventura sin plantearme lo que va a suceder, por muy evidente que sea para muchos.

Lo mejor que le podemos decir a J.J. Abrams es que ha respondido a la confianza que le habíamos depositado. Es una película divertidísima, que dignifica a esta saga que tanto nos gusta. El problema que tiene es que la dignifica demasiado y que se arriesga poquísimo. Sabía cómo contentar a los fans y lo ha resuelto sin disimulo. Pero es un defecto que fácilmente podemos pasar por alto por el buen rato que hemos pasado. Y, sobre todo, le agradecemos desde el fondo de nuestro corazón que no se haya acordado de los ewoks.





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(1) Y reconozcámoslo. Las películas de la trilogía clásica tampoco son obras maestras, a pesar de todo lo que han aportado a la historia del cine y a la cultura frik... popular.

(2) Esto siempre ha sido motivo de gratuita confusión; la "primera trilogía" cuál es, la de los episodios IV-V-VI ó la de los I-II-II? Para evitar malentendidos, optó por referirme como "trilogía clásica" y "trilogía moderna" a las que ya sabemos cuál es cual de ellas.