sábado, 26 de marzo de 2016

El Amanecer de la Justicia


Ni se trata de la mejor película de superhéroes(1) ni le resta un ápice de credibilidad al bueno de Zack Snyder. Batman vs Superman, el Amanecer de la Justicia es una buena película que tiene detalles -algunos imperdonables- que la alejan de convertirse en una película redonda.

La tormenta de ideas (y de opiniones) que genera su visionado necesita un poco de pacificación. Por eso, para organizar mejor este humilde análisis, lo dividiremos en dos secciones: lo bueno y lo malo. También habrá algún spoiler; por tanto, querido lector, si aún no ha visto la película y prefiere evitarlos, le invitamos a que lea el artículo una vez la haya podido ver.

Lo bueno:

  • Lo mejor, sin duda, es la participación de Wonder Woman. Sin apenas trascendencia en la trama, su presencia se justifica únicamente como heraldo de las secuelas y crossovers que están por llegar. Sin embargo su aparición es tan contundente en la parte final de la película que eclipsa y devora casi literalmente a los otros dos héroes. Entre estos dos personajes que ya nos resultan demasiado conocidos (lo que no significa que nos hayamos cansado de ellos), la amazona supone, como se diría de manera bastante cursi, un soplo de aire fresco. Ni que decir tiene que esperamos como agua de mayo la primera entrega de su propia serie. 
  • El personaje de Lex Luthor. Las dudas y la inconstancia de Batman y Superman en su hostilidad mutua convierte a Lex Luthor en el villano de la película. No es ninguna sorpresa que ambos héroes, de naturaleza bondadosa, se acaben aliando y luchando en el bando "de los buenos", y gran parte de culpa de este alineamiento la tiene el personaje interpretado por Jesse Eisenberg. Sin ser un villano memorable, cumple con creces su misión gracias a sus medios económicos, su imprescindible locura y su elevado grado de maldad intrínseca. Uno de los aspectos más controvertidos de este personaje fue el cásting; la elección de Eisenberg tal vez fue algo frívola pero, para nuestro gusto, altamente atractiva. De esa generación de actores permanentemente adolescentes, su papel en La Red Social (2010) -bastante similar al de Luthor en ciertos aspectos- fue determinante para acaparar nuestras simpatías.
  • Analizados aisladamente, los personajes de Batman y Superman tampoco están mal. Si la elección de Eisenberg para Lex Luthor fue polémica, la de Ben Affleck para Bruce Wayne la superó con todos los honores. Y sin embargo cumple. El Hombre Murciélago es un personaje al que aún no han encontrado al actor definitivo que lo encarne -si tenemos que elegir alguno, nos quedamos con Michael Keaton sin estar plenamente convencidos-. Affleck tampoco lo es. Las canas en las sienes y su fornida anatomía le otorgan una solemnidad propia del Caballero Oscuro de Frank Miller, lo cual es de agradecer porque es una de las mejores versiones de Batman jamás escritas. Pero se le nota cierta fragilidad al final de la película, sensación a la que contribuye el muy solvente Superman diseñado para Henry Cavill, buena gente cuando se disfraza de Clark Kent, incluso pardillo en determinadas circunstancias, pero extremadamente poderoso. Lo que se necesita para crear un buen Superman.
  • La película se divide claramente en dos partes; una primera mitad más argumental y filosófica y otra segunda compuesta exclusivamente de acción. En esa primera hora y pico de proyección vemos una loable voluntad de aportar algo más que efectos digitales en una película de este tipo y, aunque no totalmente, lo consiguen. La falta de éxito de este planteamiento se debe a una constante sensación de espera; nos han vendido una lucha entre nuestros dos superhéroes favoritos y es lo que hemos comprado. Los amagos, las indirectas, los mensajitos que se lanzan principalmente como sus alter ego humano, nos preparan sin que nos demos cuenta (o sí) e incrementan esta impaciencia.
  • Y cuando la espera termina, el espectáculo está servido. Nos encontramos con una lucha, no a dos bandas, sino a muchas. Y eso, sin ser la panacea de la originalidad, es como un pequeño oasis en las continuas historias de buenos contra malos que tantas veces hemos digerido. Pero la novedad es frágil y breve y pronto cae en el tópico del despliegue de efectos, por otro lado, excelentemente ejecutados. Luchas cuerpo a cuerpo, rayos eyectados de los ojos, destrucción de ciudades... la última media hora no es muchísimo mejor que nada que hayamos visto antes (en la factoría Marvel, sin ir más lejos) pero es apoteósica. Con tanto efecto digital quizás el ojo de espectadores Cebolleta como nosotros se pierda, pero se disfruta notablemente. Nos dan justamente la acción que tanto estábamos esperando.


Lo malo:

  • A nivel global, la sensación de que no hemos visto una película, sino el capítulo de una serie. Y no es un defecto exclusivo de Batman vs Superman, sino lamentablemente una tendencia. Este tema quizá merecería un artículo propio (una vez más), pero es inevitable que los espectadores nos sintamos como marionetas en una guerra entre Marvel y DC (o entre Disney y Warner, da lo mismo), en la que ambos bandos siempre ganan. Si compramos la entrada para ver esta película, nos obligan a que compremos las entradas para toda una saga ya programada para los próximos 5 años si queremos conocer el final de la historia. Si es que ese final existe. La película tiene un final, en efecto, pero lo más atractivo son esos detalles (quién es Wonder Woman? Y los otros tres humanos con poderes que hemos visto? Ha muerto realmente Superman?) cuya incógnita se revelará (o no) en futuras entregas. Eso condiciona inevitablemente el visionado. En nuestros tiempos -y volviéndonos a poner en la piel del abuelo Cebolleta- veíamos una película sin saber de antemano si iba a tener secuela/s.
  • Otro de los problemas, también ajeno a la propia película, es el perjuicio que llevan consigo los tráilers y la información previa. Si en vídeos promocionales nos muestran sin disimulo a Doomsday, sabemos que en la lucha final éste será el principal adversario, destrozando nuestra potencial capacidad de sorpresa. Como también esperamos (y cómo lo esperamos) que Wonder Woman se alinee con el Caballero Oscuro y el Hombre de Acero en esa lucha final. Es difícil controlar la corriente de información desbocada que la sociedad actual permite que fluya pero, como analizamos en un artículo de este blog, hay que saber dosificarla para no menoscabar el disfrute de la película. Hemos llegado a un punto en que el producto se comienza a consumir mucho antes de su estreno y eso, no sabemos si es mejor o peor, pero resulta extraño. 
  • Como es posible que ya haya quedado claro, la película en sí no es perfecta. El guión, sin ser un elemento crucial en los productos de este género, tiene algunos fallos. Por ejemplo, el que más llama la atención, es el motivo por el que en el último instante Batman perdona la vida a Superman y toda la enemistad se convierte en alianza. Porque sus madres se llaman igual, Martha? Por supuesto que Bruce Wayne quería mucho a su madre, pero la conciencia no actúa tan rápido como para perdonar al instante a un enemigo que llevas persiguiendo tanto tiempo. Por desgracia nos queda la sensación de que si nos ponemos a diseccionar con más esmero encontraremos más giros argumentales cogidos con pinzas. También el recurso del sueño -presente en más de una ocasión- es barato, si no gratuito, para mostrarnos escenas de relleno o que alimenten a los especuladores visionadores de tráilers. No conviene abusar (2).
  • Oficialmente es la segunda entrega de la saga de Superman, pero realmente es la primera de otras muchas sagas. Por eso sale Batman, Wonder Woman y más personajes muy de soslayo. La presentación de estos personajes (que no son otros que Flash, Aquaman y Cyborg, los que faltan para formar la Liga de la Justicia) resulta muy forzada y sacrifica minutos de metraje de esta película con escenas de escaso aporte y calidad. Se podía haber hecho de manera más elegante, con guiños y alusiones que los fans cercanos -y no tan cercanos como nosotros- hubieran aplaudido. Es la demostración, una vez más, de que no es un producto aislado sino una pieza más del rompecabezas que DC está construyendo. Un rompecabezas que será maravilloso, pero de cuyas piezas será difícil disfrutar de manera independiente.
El mundo de los cómics es fascinante y, ante la falta de ideas de Hollywood, supone un filón casi inagotable. No obstante tenemos ganas de ver a Zack Snyder en otro registro, también en un universo fantástico o de ciencia-ficción, pero lejos de la influencia tan directa de los cómics. Debemos tener cuidado y dosificar este género, el de los cómics. Debemos procurar no esterilizar demasiado pronto a la Gallina de los Huevos de Oro.


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(1) Tan relativamente extensa es la producción actual que el cine de superhéroes se ha ganado a pulso el calificativo de género cinematográfico, como el cine negro, el western o la comedia romántica.

(2) Porque cuando veamos cosas raras en cualquier película pensaremos que se trata del sueño de un personaje, intrascendente para la trama. Y en muchos casos lamentablemente acertaremos.

viernes, 18 de marzo de 2016

Los 5 orígenes del terror

Un monstruo es, por definición, un ser que causa miedo por su apariencia física y, en la mayoría de casos, por sus poco amistosas intenciones. Una definición muy amplia que engloba a un sinfín de criaturas que podrían catalogarse de decenas de maneras distintas. En el presente artículo nos vamos a detener a clasificar en 5 categorías algunos monstruos cinematográficos de los años 70 y 80, según su procedencia. Intentaremos responder a la pregunta:

De dónde vienen los monstruos?


1. El espacio exterior.
El cosmos, formado por galaxias desconocidas, siempre ha sido fuente de inspiración para la creación de seres deformes. Salvo los insectos, que por su tamaño resultan individualmente menos amenazadores, en el planeta Tierra tenemos a casi todas las especies animales identificadas, así que no nos queda más remedio que viajar algo más lejos si queremos tropezarnos con bichos que nos den miedo y no podamos simplemente vencer con la ayuda de una escopeta. Aunque, para nuestra comodidad, en la mayoría de casos son estos seres los que vienen a visitarnos...


Entre muchas otras, los podemos encontrar en:
Alien (Ridley Scott, 1979)
La Cosa (John Carpenter, 1982)
Xtro (Harry Bromley Davenport, 1983)
El terror llama a su puerta (Fred Dekker, 1986)
Invasores de Marte (Tobe Hooper, 1986)
Critters (Stephen Herek, 1986)
Mi amigo Mac (Stewart Raffill, 1988)


2. El laboratorio.
La mente humana, pillando desprevenida a la naturaleza, es responsable del génesis de muchas criaturas que podríamos calificar como monstruos. En algunos casos por pura maldad del típico científico chiflado o, casi siempre, por accidente, nos acabamos encontrando con una amenaza que podríamos haber evitado si el mad doctor de turno se hubiera estado en casa quietecito haciendo ganchillo.


Algunos títulos son:
La mujer explosiva (John Hughes, 1985) (y todos los sucedáneos del monstruo de Frankenstein)
La cosa del pantano (Wes Craven, 1982)
El vengador tóxico (Lloyd Kaufman, 1984)
Underworld (George Pavlou, 1985)
La mosca (David Cronenberg, 1986)
Trans-Gen, los genes de la muerte (Stephen Carpenter, 1987)


3. El más allá.
El Diablo siempre ha sido un excelente creador de monstruos. Desde los albores de la civilización, para justificar cualquier comportamiento alejado de lo aceptado socialmente se ha utilizado en los círculos religiosos una figura demoníaca, antítesis del pertinente dios protector, con la capacidad de poseer a los humanos para que éstos vomiten más palabrotas de la cuenta. O bien, para explicar lo inexplicable, se recurre a entidades atrapadas entre el mundo terrenal y la morada divina, sin forma corpórea pero con ganas de hacer travesuras. Ésos que nos lo pringan todo de ectoplasma.


Algunas cintas poseídas célebres son:
El exorcista (William Friedkin, 1973)
La profecía (Richard Donner, 1976)
Drácula (John Badham, 1979)
Posesión Infernal (Sam Raimi, 1981)
El ente (Sidney J. Furie, 1982)
Poltergeist (Tobe Hooper, 1982)
El príncipe de las tinieblas (John Carpenter, 1987)
Night of the demons (Kevin S. Tenney, 1988)


4. La magia y el folklore.
Los cuentos que nos leían cuando éramos críos siempre giraban alrededor de algún elemento mágico: brujas, ogros, duendes, magos, dragones... Algo difícil de justificar científicamente pero imprescindible para la cohesión y la verosimilitud de la historia. Ya en nuestra (presunta) madurez nos seguimos esforzando por creer en estos elementos, no ya tanto para conciliar el sueño como antaño sino para conseguir sentir pavor al ver alguna película con algún monstruo procedente del folklore como protagonista.


Podemos ver a duendes, víctimas de maleficios o productos de invocaciones en:
Gremlins (Joe Dante, 1984)
Miedo azul (Daniel Attias, 1985)
Noche de miedo (Tom Holland, 1985)
Demons (Lamberto Bava, 1985)
Muñeco diabólico (Tom Holland, 1988)
Pumpkinhead (Stan Winston, 1988)
Leprechaun (Mark Jones, 1993)


5. La naturaleza humana.
Son los monstruos más terroríficos porque son los más verosímiles, de largo. Porque tras su piel de corderito (o anorak color azul pitufo), hasta el vecino del 3º1ª puede ser un psicokiller en potencia (y en acto). Se da la simpática circunstancia de que también suelen ser los más sangrientos y despiadados. Los guionistas de estas películas se ahorran el esfuerzo de contarnos cuentos y de luchar contra nuestro escepticismo. El monstruo nos tiene que asustar porque quien está detrás es un humano cuyo único problema reside en algo tan habitual como un tornillo del cerebro mal apretado. Un peligro que nos podemos encontrar yendo a comprar el pan o bañándonos desnudos en el lago de un campamento de verano.


Estos seres tan agradables suelen merodear por:
Las colinas tienen ojos (Wes Craven, 1977)
Halloween (John Carpenter, 1978)
Viernes 13 (Sean S. Cunningham, 1980)
Holocausto caníbal (Ruggero Deodato, 1980)
The slumber party massacre (Amy Jones, 1982)
Noche de paz, noche de muerte (Charles E. Sellier Jr., 1984)
Escóndete y tiembla (John Houg, 1988)


Hay dos tipos de monstruos ajenos a esta clasificación, ya que podrían incluirse en más de una categoría: unos son los robots, los cuales mayormente son creación humana (en un laboratorio o un garaje terrestre), pero no exentos de ser gestados en un planeta lejano. Los alienígenas no tienen por qué estar privados de conocimientos de Física, Mecánica y Robótica.

El otro monstruo variopinto, muy presente en la actualidad en sentido figurado pero también literal, es el zombi. Cualquiera de nosotros puede convertirse en candidato a comecerebros sólo con haber sido contaminado con algún virus espacial (en forma de gas tóxico, sustancia pseudoláctea o babosa), recibido una maldición gitana o haber tenido contacto con alegres experimentos para resucitar muertos.

Este tema podría dar incluso para un libro (aquí dejo gratuitamente la idea). Aún limitándonos a películas de hace 30-40 años, la lista es extremadamente representativa. Si ampliamos el período comprobamos cómo incluso los monstruos clásicos de la Universal se engloban dentro de estas categorías: el monstruo de Frankenstein y el hombre invisible en la 2, Drácula en la 3, El hombre lobo y la momia en la 4, etc. Por muy descabellado y absurdo que parezca, todo tiene un origen: los guiones cinematográficos, los monstruos, los sueños, las leyendas, la inspiración... por eso clasificar y diseccionar resulta tan divertido.