viernes, 18 de marzo de 2016

Los 5 orígenes del terror

Un monstruo es, por definición, un ser que causa miedo por su apariencia física y, en la mayoría de casos, por sus poco amistosas intenciones. Una definición muy amplia que engloba a un sinfín de criaturas que podrían catalogarse de decenas de maneras distintas. En el presente artículo nos vamos a detener a clasificar en 5 categorías algunos monstruos cinematográficos de los años 70 y 80, según su procedencia. Intentaremos responder a la pregunta:

De dónde vienen los monstruos?


1. El espacio exterior.
El cosmos, formado por galaxias desconocidas, siempre ha sido fuente de inspiración para la creación de seres deformes. Salvo los insectos, que por su tamaño resultan individualmente menos amenazadores, en el planeta Tierra tenemos a casi todas las especies animales identificadas, así que no nos queda más remedio que viajar algo más lejos si queremos tropezarnos con bichos que nos den miedo y no podamos simplemente vencer con la ayuda de una escopeta. Aunque, para nuestra comodidad, en la mayoría de casos son estos seres los que vienen a visitarnos...


Entre muchas otras, los podemos encontrar en:
Alien (Ridley Scott, 1979)
La Cosa (John Carpenter, 1982)
Xtro (Harry Bromley Davenport, 1983)
El terror llama a su puerta (Fred Dekker, 1986)
Invasores de Marte (Tobe Hooper, 1986)
Critters (Stephen Herek, 1986)
Mi amigo Mac (Stewart Raffill, 1988)


2. El laboratorio.
La mente humana, pillando desprevenida a la naturaleza, es responsable del génesis de muchas criaturas que podríamos calificar como monstruos. En algunos casos por pura maldad del típico científico chiflado o, casi siempre, por accidente, nos acabamos encontrando con una amenaza que podríamos haber evitado si el mad doctor de turno se hubiera estado en casa quietecito haciendo ganchillo.


Algunos títulos son:
La mujer explosiva (John Hughes, 1985) (y todos los sucedáneos del monstruo de Frankenstein)
La cosa del pantano (Wes Craven, 1982)
El vengador tóxico (Lloyd Kaufman, 1984)
Underworld (George Pavlou, 1985)
La mosca (David Cronenberg, 1986)
Trans-Gen, los genes de la muerte (Stephen Carpenter, 1987)


3. El más allá.
El Diablo siempre ha sido un excelente creador de monstruos. Desde los albores de la civilización, para justificar cualquier comportamiento alejado de lo aceptado socialmente se ha utilizado en los círculos religiosos una figura demoníaca, antítesis del pertinente dios protector, con la capacidad de poseer a los humanos para que éstos vomiten más palabrotas de la cuenta. O bien, para explicar lo inexplicable, se recurre a entidades atrapadas entre el mundo terrenal y la morada divina, sin forma corpórea pero con ganas de hacer travesuras. Ésos que nos lo pringan todo de ectoplasma.


Algunas cintas poseídas célebres son:
El exorcista (William Friedkin, 1973)
La profecía (Richard Donner, 1976)
Drácula (John Badham, 1979)
Posesión Infernal (Sam Raimi, 1981)
El ente (Sidney J. Furie, 1982)
Poltergeist (Tobe Hooper, 1982)
El príncipe de las tinieblas (John Carpenter, 1987)
Night of the demons (Kevin S. Tenney, 1988)


4. La magia y el folklore.
Los cuentos que nos leían cuando éramos críos siempre giraban alrededor de algún elemento mágico: brujas, ogros, duendes, magos, dragones... Algo difícil de justificar científicamente pero imprescindible para la cohesión y la verosimilitud de la historia. Ya en nuestra (presunta) madurez nos seguimos esforzando por creer en estos elementos, no ya tanto para conciliar el sueño como antaño sino para conseguir sentir pavor al ver alguna película con algún monstruo procedente del folklore como protagonista.


Podemos ver a duendes, víctimas de maleficios o productos de invocaciones en:
Gremlins (Joe Dante, 1984)
Miedo azul (Daniel Attias, 1985)
Noche de miedo (Tom Holland, 1985)
Demons (Lamberto Bava, 1985)
Muñeco diabólico (Tom Holland, 1988)
Pumpkinhead (Stan Winston, 1988)
Leprechaun (Mark Jones, 1993)


5. La naturaleza humana.
Son los monstruos más terroríficos porque son los más verosímiles, de largo. Porque tras su piel de corderito (o anorak color azul pitufo), hasta el vecino del 3º1ª puede ser un psicokiller en potencia (y en acto). Se da la simpática circunstancia de que también suelen ser los más sangrientos y despiadados. Los guionistas de estas películas se ahorran el esfuerzo de contarnos cuentos y de luchar contra nuestro escepticismo. El monstruo nos tiene que asustar porque quien está detrás es un humano cuyo único problema reside en algo tan habitual como un tornillo del cerebro mal apretado. Un peligro que nos podemos encontrar yendo a comprar el pan o bañándonos desnudos en el lago de un campamento de verano.


Estos seres tan agradables suelen merodear por:
Las colinas tienen ojos (Wes Craven, 1977)
Halloween (John Carpenter, 1978)
Viernes 13 (Sean S. Cunningham, 1980)
Holocausto caníbal (Ruggero Deodato, 1980)
The slumber party massacre (Amy Jones, 1982)
Noche de paz, noche de muerte (Charles E. Sellier Jr., 1984)
Escóndete y tiembla (John Houg, 1988)


Hay dos tipos de monstruos ajenos a esta clasificación, ya que podrían incluirse en más de una categoría: unos son los robots, los cuales mayormente son creación humana (en un laboratorio o un garaje terrestre), pero no exentos de ser gestados en un planeta lejano. Los alienígenas no tienen por qué estar privados de conocimientos de Física, Mecánica y Robótica.

El otro monstruo variopinto, muy presente en la actualidad en sentido figurado pero también literal, es el zombi. Cualquiera de nosotros puede convertirse en candidato a comecerebros sólo con haber sido contaminado con algún virus espacial (en forma de gas tóxico, sustancia pseudoláctea o babosa), recibido una maldición gitana o haber tenido contacto con alegres experimentos para resucitar muertos.

Este tema podría dar incluso para un libro (aquí dejo gratuitamente la idea). Aún limitándonos a películas de hace 30-40 años, la lista es extremadamente representativa. Si ampliamos el período comprobamos cómo incluso los monstruos clásicos de la Universal se engloban dentro de estas categorías: el monstruo de Frankenstein y el hombre invisible en la 2, Drácula en la 3, El hombre lobo y la momia en la 4, etc. Por muy descabellado y absurdo que parezca, todo tiene un origen: los guiones cinematográficos, los monstruos, los sueños, las leyendas, la inspiración... por eso clasificar y diseccionar resulta tan divertido.




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