domingo, 8 de junio de 2014

Días del Futuro Pasado



Aviso a la población. Este artículo, aunque tremendamente humilde, puede contener algo conocido como spoiler. Si no has visto la película y te interesa verla, te recomendamos que lo leas una vez la hayas visto.



Tal como sucedió el año pasado con El Hombre de Acero, los pronósticos no han sido del todo acertados y éste no ha sido el estreno del año, lo que significa que los Guardianes de la Galaxia lo tienen mucho más fácil ahora.

Porque éste es el principal problema de X-Men: Días del futuro pasado, las expectativas (lo que se conoce ahora en la jerga del pueblo como hype, para que todo el mundo lo entienda) eran muy altas. Sin duda se trata de una excelente película, que consolida la que probablemente sea la mejor saga cinematográfica de superhéroes (con permiso del murciélago de Nolan). Pero desgraciadamente se queda lejos de su predecesora, X-Men: Primera Generación. Las comparaciones entre ambas son su segundo problema.

Primera Generación es una película redonda desde las escenas iniciales, donde nos muestran los primeros pasos de los dos líderes mutantes, pasando por un villano que no porque tenga el rostro ultraconocido de Kevin Bacon deja de hacernos sentir admiración, e incluso respeto, hasta terminar con una apoteosis de destrucción y de exhibición de poderes. Días del Futuro Pasado también comparte la mayoría de estos elementos, pero muchos nos resultan ya pelín recalentados. La novedad, la frescura, la aporta Lobezno, el mejor personaje de Marvel junto a Spiderman, pero con el rostro de un Hugh Jackman que exhibe ciertos síntomas de agotamiento. Quizá sea por la falta de adamantium en su esqueleto, quién sabe...

Se echa mucho de menos más escenas de acción. Una de las más memorables, que todos tenemos en mente, la protagoniza nuestro querido Mercurio, el cual estamos deseando que cambie de década para verlo con un look menos teenager. El guiño hacia la presunta paternidad de Magneto es también de agradecer. Aparte de dicha fuga de Magneto del Pentágono (acusado del asesinato de Kennedy, claro que sí), nos queda la secuencia final del ataque final a la Casa Blanca, intercalada con la resistencia de la cuadrilla de mutantes con los Centinelas en el futuro. Poca cosa para lo que Marvel y el cine de acción actual nos tiene acostumbrados.

Sin duda Magneto, a pesar de -el irregular en la elección de sus papeles- Michael Fassbender, es el mejor personaje de la película. No obstante, el hecho de aparecer a mitad de la historia y no acaparar su merecido protagonismo hasta la última media hora, puede despistar a los (escasísimos) espectadores que no hayan visto las precuelas ni conozcan los entresijos de estos mutantes. El ataque final es brutal, es sublime, pero en la primera hora de la película todos seguíamos las -interesantes, sin duda- andaduras de Logan, que en ese momento estaba ahogándose en el fondo del Potomac.

Luego están las tirrias personales. Nicholas Hoult no acaba de convencer para representar a Bestia, uno de los mutantes más importantes, ni siquiera en su modo berserker. Y en cuanto a Mística, la Lawrence es la monda, pero nos quedamos con la Romjin por motivos obvios:


Resumiendo, es una película divertidísima y altamente recomendable, que hará las delicias de fans y no fans de la saga de los mutantes. Pero que tiene la elevada presión de su predecesora y de unas expectativas que llegan a alcanzar, pero sin soltar el lastre de una capacidad de sorpresa cada vez más escasa entre los espectadores.