sábado, 11 de julio de 2015

Terminator Génesis


Auténtico pavor experimenté cuando anunciaron, ya bien entrado el siglo XXI, una nueva entrega de la saga Terminator. Una saga compuesta por dos genuinas obras maestras y otras dos que, sin ser malas me dejaron algo frío, no merecía a priori un estiramiento excesivo. Y cuando me enteré de que Arnold Schwarzenegger, a su edad, iba a representar de nuevo al robot que -junto a algún que otro bárbaro- lo lanzó a la fama en sus años mozos, no pude evitar echarme las manos a la cabeza (con una sonrisilla maligna oculta).

Una vez vista puedo afirmar que este pesimismo estaba injustificado. Efectivamente, no llega ni por asomo a la calidad de las dos primeras entregas, pero tiene básicamente dos puntos a su favor. En primer lugar, es muy entretenida. Recoge muchos de los clichés de las películas de acción: disparos infinitos, explosiones, cuentas atrás y situaciones límite, persecuciones... También contempla la típica traición de un personaje aparentemente benevolente, que no desvelaré pero que todo el mundo habrá averiguado viendo el tráiler o incluso algún póster. Pero a pesar de estos tópicos y de que en algún momento el espectador pueda deducir sin temor a equivocarse lo que va a suceder a continuación, no recuerdo ningún pasaje especialmente tedioso.

El segundo factor digno de mención es el respeto por la saga. Las entregas previas (sobre todo, insisto, las dos primeras) tenían unos guiones excelentes, con pocas fisuras, poco amigables para las secuelas. En Terminator Génesis tenían la ocasión de destrozar toda la mitología terminatoriana para dar cabida a nuevos eventos y personajes, pero no lo han hecho, al menos descaradamente, y se agradece. Los personajes son los mismos y, salvo alguna frívola licencia, los acontecimientos son relativamente coherentes con las ideas iniciales de James Cameron. Por si fuera poco, tienen el detalle de lanzarnos una flecha al corazoncito de los fans con una primera media hora de homenaje especialmente a la primera Terminator (Pseudospoiler: con Bill Paxton ya hubiera sido la monda). También hace un guiño a Terminator 2 con la aparición de otro (1) T-1000.

No nos engañemos, el reclamo de esta película indudablemente es Arnold Schwarzenegger. Sin él, sería una película de acción más de las que se realizan actualmente y probablemente un servidor no estaría escribiendo este artículo. La autoparodia y la referencia a su personaje en las precuelas es uno de los puntos más fuertes de Terminator Génesis, si no el que más. El problema del envejecimiento de un androide que tanto nos preocupaba se resuelve con tanta sencillez como efectividad y el cambio en la voz del doblaje se acaba superando muy pronto. Con respecto al resto de personajes, tanto Emilia Clarke como Jai Courtney cumplen a pesar de mis reticencias iniciales. El que no acaba de congeniar con el personaje de John Connor es Jason Clarke. Tal vez la sombra de Edward Furlong es demasiado alargada...


La dirección de Alan Taylor es correcta, se limita a cumplir el expediente en este tipo de productos. El guión, analizado de forma superficial y sin entrar al detalle, también tiene un aprobado. Los viajes en el tiempo siempre han sido algo delicado y no todo el mundo tiene el talento de Robert Zemeckis y Bob Gale, así que probablemente haya alguna laguna argumental que los que vamos al cine simplemente a pasar el rato, con pocas ganas de mirar con lupa los agujeros de guión, no hayamos percibido. De todas maneras, parece que en esta vorágine de saltos temporales ha quedado un cabo suelto que deberá atarse en alguna posible nueva secuela.

Una vez más, a pesar de su edad, actores como Schwarzenegger, Stallone o Willis vencen como el T-800 a sus versiones más actualizadas. Utilizando la metáfora de las máquinas y la frase que repite el Abuelo más de una vez durante la película, los héroes de acción de los ochenta están viejos, pero no obsoletos.




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(1) El T-1000 por antonomasia siempre será Robert Patrick y los efectos especiales, 20 años de evolución tecnológica y producción audiovisual más tarde, han sido igualados pero no superados.

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