viernes, 13 de mayo de 2016

Guerra Civil


Otra más. Y ahora con más personajes, para superar a la anterior. A este crecimiento exponencial, los señores de Marvel alcanzarán la difícil empresa de agotar su superpoblado Universo. Porque ahora da pereza retornar a aquellas historias de un solo héroe contra un solo villano, y cuyas apariciones fugaces (rozando el cameo) de secundarios era todo un acontecimiento. Sin ir más lejos, las recientemente estrenadas realizadas a la vieja usanza (Deadpool, Ant-Man...) necesitan recurrir a más personajes para coger un poco de oxígeno.

El único problema es encontrar la manera de dar marcha atrás. Porque este esquema narrativo es prácticamente insostenible: agotamiento de la fórmula, complejidad narrativa en aumento, agendas apretadas y pretensiones caprichosas de actores imprescindibles, etc. Habrá que volver atrás... pero no tenemos prisa.

Otra característica que condiciona Capitán América. Civil War (curiosamente no habíamos nombrado el título de la película protagonista de este artículo hasta ahora) ya lo hemos tratado en otros artículos de este humilde blog. Las películas de este nuevo género -de superhéroes?- se conciben, no de manera aislada, sino como una serie. O mejor dicho, como una red, sin un orden cronológico estricto que las alinee. Esto puede tener dos efectos negativos: por un lado, supone un yugo al buey de la creatividad de los guionistas, ya que algunos aspectos (presencia/ausencia de algunos personajes, consecuencias de acontecimientos pasados, etc.) deben tenerse en cuenta a la hora de explicar la historia que nos ocupa en este momento. Exactamente como en una serie. En el cómic, género primigenio, también pasa a menudo, pero en ese medio resulta más barato reinventar universos. El otro efecto negativo, relativamente más grave, es que puede condicionar el visionado del espectador. Todas estas películas tienen la simplicidad suficiente como para que no suceda, pero para disfrutarla plenamente tenemos que hacer previamente los deberes.

Reflexiones filosóficas -y a estas alturas ya un poco redundantes- aparte, la película merece la pena. No es un peliculón, pero es honesta, cumple con lo que promete. Para lo bueno y para lo malo. Porque junto a efectos digitales exagerados, moralismo inverosímil, agujerillos de guión, entre otros defectos, tenemos acción a raudales e ininterrumpida, que es básicamente lo que buscan nuestros cerebros ávidos de desconexión.

La película tiene muchos personajes, como ya ha quedado claro. Y tenemos que confesar que la cuota de pantalla de cada uno de ellos está increíblemente bien repartida. Tal vez en alguna batalla perdamos de vista a algún personaje (el escaqueo es inevitable en el trabajo en equipo), pero da la impresión de que si contamos los minutos en los que interviene cada uno, nos sorprendería el resultado. Pertenece a la saga del Capitán América y el desarrollo del argumento no deja lugar a dudas, pero Tony Stark también goza de sus buenos minutos. Por cierto, no sabemos si por culpa de Chris Evans, pero Steve Rogers, a pesar de todos sus superpoderes, el carisma del personaje del cómic y su rebeldía antisistema, nos sigue resultando soso. Mucho más cuando lo comparamos con Iron Man, con un Robert Downey Jr. en su interior al que muchos vaticinaban agotamiento a corto plazo pero que resiste con mucha solvencia.

Nos gustaría, para terminar este humilde análisis, comentar un par de cosas. Y sin spoilers, como hasta ahora. Técnicamente vuelve a ser insuperable, con unos efectos digitales que nuestras retinas ya reconocen, pero que quizás abusa del movimiento de la cámara en los combates y nos priva de una coreografía seguramente excepcional. También en alguna escena exigente los dobles cantan, algo entrañable en producciones de menor presupuesto pero merecedora de tirón de orejas en eventos cinematográficos de este calibre.

En relación a la historia, el papel del villano también es digno de mención por su originalidad. No responde al arquetipo de ser todopoderoso, de cuya génesis somos testigos. Se limita a urdir un plan ingenioso, con un propósito claro y convincente. E interpretado por un -como siempre- excelente Daniel Brühl.

Capitán América. Civil War es otra pieza del rompecabezas, otro eslabón de la cadena, otro ladrillo del edificio. Pero que sigan, que sigan construyendo que, aunque ya nos sabemos el truco, nos estamos divirtiendo.

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