domingo, 2 de septiembre de 2012

Sobre licántropos


Anoche tuve la oportunidad de revisionar Un hombre lobo americano en Londres, clásico de John Landis de 1981. Se trata de una de esas películas que hace tanto tiempo que la viste que prácticamente es como si la vieras por primera vez. Y tal vez por esta circunstancia, me divertí mucho.


Cuando una película donde los efectos especiales tienen singular protagonismo tiene 30 años de edad, es complicado que estos efectos te impresionen. En este caso impresionaron tremendamente en su momento; ahora reconozco que, pese al paso de los años y la exponencial evolución de la tecnología, no sorprenden pero nos resultan muy dignos. No ya sólo la célebre escena de la transformación, sino también las fugaces apariciones del monstruoso lobo. Sólo si lo pasamos a cámara lenta "canta" mucho su naturaleza animatrónica. En cambio ahora, en la mayoría de películas, no es necesario tener ojo de lince para desenmascarar los efectos generados por ordenador.


Indudablemente Un hombre lobo americano en Londres se puede catalogar, por su temática, como una película de terror. Sin embargo, son muchos los elementos de comedia que encontramos, como pequeños gags y situaciones absurdas. De hecho, el bueno de John Landis se ha caracterizado por hacer numerosas comedias durante su carrera (entre las que destacamos El príncipe de Zamunda o Tres amigos). En este sentido, destacan las hilarantes apariciones de Griffin "Jo, qué noche" Dunne, advirtiendo a David que debe acabar con su vida, y cuyo cadáver viviente va mostrando un progresivo estado de descomposición. También es muy divertida la escena del zoo, donde despierta nuestro hombre lobo protagonista tras una noche de licantropía, totalmente desnudo, robando globos a un niño y un abrigo a una señora.

El clímax llega en la secuencia final, en la Sala X de Piccadilly Circus (muchos jóvenes ignorarán la existencia de este tipo de locales), donde David Naughton tiene una serie de encuentros relativamente indeseados. Por cierto, los diálogos de la peli porno que se proyecta no tienen absolutamente ningún desperdicio.

Volviendo al tema de las transformaciones, otra muy célebre, y considerada por muchos la mejor, es la que se puede ver en Aullidos, de nuestro querido Joe Dante. Tal vez ésta está más elaborada técnicamente, pero a mí sinceramente me gusta más la de la peli de Landis. La transformación de Aullidos es demasiado hierática, sin dolor ni sufrimiento. Cuestión de gustos.




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